En busca de la distro perfecta (y II)

En el anterior artículo explicaba el camino que he recorrido en lo que a distribuciones linux se refiere desde que comencé con este sistema y cómo he ido pasando de un entorno de escritorio a otro por distintas razones.

Las razones que me han hecho cambiar han estado motivadas, unas veces porque el sistema que usaba en ese momento me daba algún problema, otras (muchas, lo reconozco), el cambio de sistema ha venido desde la propia curiosidad.

Como indicaba en dicho artículo, al final acabé en Ubuntu. Desde la versión 5.04 estuve trabajando con ella. Pasaron los años y en Canonical decidieron cambiar Gnome 2.32 por Unity. Dicho cambio no me gustó nada (de hecho, sigue sin gustarme Unity), así que busqué alternativas que os comento brevemente.

Probé Elive (una distro basada en Debian y con Enlightenment como entorno de escritorio). Me gustó tanto que hasta doné dinero al proyecto para descargarme así la última versión oficial y de paso colaborar con el proyecto.

Me gustaron muchas cosas de Enlightenment y estuve varios meses con ella. Sin embargo, no terminaba de ir fino (se me colgaba a veces, el proyecto Elive no avanzaba mucho y la versión de Debian estaba ya anticuada y me costaba tenerla al día en cuanto a versiones de paquetes). Así que seguí buscando…

Probé los entornos XFCE y LXDE. Para ello fui a distros que ya los traían configurados de casa, como las de Linux Mint (buenísimas). En cualquier caso, no era lo que quería. Seguí buscando y dí con Openbox.

Aunque probé alguna distro que lo trae por defecto (CrunchBang, por ejemplo, de la que lo mismo os hablo otro día), la configuración por defecto que traían no me convencía y, viendo que  muchos usuarios de Openbox se lo montaban y configuraban ellos mismos, opté por crearme mi propia «distro» personal.

Openbox, como sabéis, no es un entorno de escritorio propiamente dicho como pueden ser Gnome, KDE o incluso XFCE, sino que es «simplemente» un gestor de ventanas. Por tanto, a este gestor de ventanas hay que añadirle cositas para trabajar cómodamente ya que, por defecto, no lleva paneles, área de notificación, etc. (lógico por otra parte, precisamente porque no es un entorno de escritorio). Esto quiere decir que si queremos disponer de algo parecido a un entorno de escritorio somos nosotros los que tenemos que instalar y configurar estas aplicaciones.

Esto tiene la «desventaja» de que tenemos que partimos de cero y tenemos que ir construyendo nuestro entorno de escritorio partiendo de muy poquito… pero esto no tiene por qué ser malo. No es malo -en mi opinión- porque te permite probar las distintas opciones y elegir la que más te convenza hasta crear así un entorno de escritorio a tu gusto, totalmente personalizado, justo con los programas y configuraciones que a tí te gustan.

Esto lleva un poquillo de trabajo, así que si no os mola mucho o no tenéis claro qué queréis y qué no de un entorno de escritorio te recomiendo que no os calentéis el tarro en estas historias y uséis una distro que ya traiga éste gestor de ventanas (o el que prefiráis) configurado de casa.

Sin embargo, si sabéis lo que buscáis en un entorno de escritorio y además os gusta -como a mí- probar distintos programas y trastear el sistema hasta conseguir una versión personalizada… adelante.

Después de estas aclaraciones, en un próximo artículo, os voy a comentar cómo he instalado y configurado mi escritorio, por si a alguien le interesa…