En busca de la distro perfecta (I)

No, no es la última de Indiana Jones (que bastante tuvimos ya con las calaveras, por cierto). Lo que pretendo en este artículo es explicar cómo ha sido «mi viaje» a través de distintas distros hasta llegar a la que actualmente tengo.

Comencé mi andadura en GNU/Linux allá por la época de Redhat 6.x (allá por el 2000), con KDE 2.x, continuando con las sucesivas versiones: 7.x, 8.x… En aquellos tiempos me conectaba a Internet un modem externo de 56 kbps (la banda ancha no existía, claro, o al menos no para la gente mundana).

Cuando Redhat llegó a la 9, decidió que era hora de pasar de la versión doméstica de la distro y dedicarse sólo al mundo de la empresa (RedHat Enterprise). En este punto me pasé al camaleon, es decir, Suse, también con KDE. Me gustó su gestor de administración Yast.

Todo iba bien hasta que me tuve problemas con los acentos. Un día, no sé por qué actualización, aplicación (o quien sabe, lo mismo fue «user error»…) no podía escribir ningún acento en las aplicaciones de la distro (miento, en alguna aplicación GTK que tenía sí, en las KDE no). Busqué la solución por mil sitios e incluso encontré gente con el mismo problema: sin solución. Tenía claro que, como dicen en la mili, a Suse -en mi PC- era Matías… (no le quedaban meses… le quedaban días).

Entonces, en una conferencia de Días Caldum, en la Universidad de Murcia (conferencia que iba, según recuerdo, sobre cómo crear tus propios paquetes .deb), vi que había algunos compañeros con una distro que había comenzado a oir no hacía mucho, que tenía un nombre curioso, Ubuntu, la cuál iba por la versión 5.04 (vamos, por tanto, por Abril de 2005).

Esta distro usaba Gnome (versión 2.*) y el sistema de paqeutes apt (obviamente, ya que estaba -y está- basada en Debian). Me atrajo mucho porque quería probar el sistema apt de Debian. Fue instalarla y todo funcionaba perfetamente. Había intentado alguna vez instalar debian pero siempre tenía problemas con la configuración de las X. Sin embargo, la instalación de Ubuntu fue rápida y todo funcionó a la perfección a la primera.

Pues desde aquél momento soy fiel a Ubuntu, aunque bien es cierto que desde que cambiaron Gnome 2.x (la 2.32 iba de maravilla!) por Unity ya no uso la versión Desktop sino la server, a la cuál le pongo por encima el gestor de ventanas que más me gusta, pero, si os parece, seguimos en el siguiente artículo, ok?